JUSTE aspira a formar una sociedad libre, democrática, justa y equitativa, donde todos nuestros compatriotas sean iguales y con las mismas oportunidades, viviendo en armonía con la naturaleza y en donde se haya superado la injusta distribución de la riqueza que ahora tanto nos aflige.
Humberto Pinazo
JUSTICIA, TECNOLOGÍA Y ECOLOGÍA
PLAN DE GOBIERNO 2011 – 2016
PLAN DE GOBIERNO DE JUSTE
I. VISION
JUSTE aspira a formar una sociedad libre, democrática, justa y equitativa, donde todos nuestros compatriotas sean iguales y con las mismas oportunidades, viviendo en armonía con la naturaleza y en donde se haya superado la injusta distribución de la riqueza que ahora tanto nos aflige.
II. FUNDAMENTOS DOCTRINARIOS
El mundo del siglo XXI le ha cerrado las puertas al comunismo y al neoliberalismo económico. Es así que mientras el socialismo comunista desapareció al compás de la Perestroika, el neoliberalismo empezó a languidecer, cuando el estado norteamericano (U.S.A.) se vió obligado a intervenir en el 2009 con cuantiosas sumas de dinero para evitar que el sistema económico colapsara. En la actualidad, la China Comunista se declara abiertamente como un país con economía de mercado y el gobierno norteamericano enarbola su derecho a intervenir en la economía para garantizar la estabilidad y prosperidad de su país.
Ya en los años sesenta, el gran economista holandés Jan Tinbergen había proclamado la inviabilidad del comunismo y anunció su desaparición, al mismo tiempo que demandaba a las naciones occidentales la necesidad de revisar sus conceptos alrededor de los mecanismos invisibles y automáticos del mercado, los que por sí sólos, no conducen necesariamente a mejorar los niveles de bienestar de los pueblos.
Con la globalización, el mundo económico, político y académico, ha sido cada vez más consciente de esta prédica. Ahora se entiende con claridad, que el neoliberalismo irrestricto sólo conduce a la concentración inmisericorde del ingreso y de la riqueza. Se percibe también que si las inversiones extranjeras no son conducidas con sensatez y sabiduría, sólo provocan el descarado despojo de los recursos nacionales y el florecimiento de un lobbismo punible y escandaloso.
Por otro lado, paralelamente a la expansión del mundo globalizado, la humanidad observa que el cambio tecnológico es el factor fundamental de esa expansión, que con la tecnología es posible superar los grandes problemas que la aquejan y que, por lo tanto, es indispensable servirnos de ella para acceder a superiores niveles de desarrollo y bienestar.
Con la globalización y el avance tecnológico especialmente en las comunicaciones, los hombres conscientes del mundo han visto despertar su interés por los temas ecológicos. Ciertamente, hoy en día, preocuparse por la ecología es preocuparse por el futuro de la humanidad. Es recapacitar sobre las limitaciones que el hombre se debe imponer, para impedir que la sobre explotación de recursos termine por dañar severamente a nuestro planeta. Y esto no es ciencia ficción. Es una beneficiosa práctica de los políticos y hombres de gobierno que al proteger el medio ambiente, están garantizando una vida saludable a las sociedades humanas que en él se desarrollan.
En lo que concierne a la Justicia y los Derechos Humanos, la Declaración Universal de las Naciones Unidas de 1948, expresa lo que sin duda ha de convertirse en las grandes metas de los gobiernos progresistas en el futuro inmediato, esto es, alcanzar los derechos inalienables del ser humano a la libertad y la seguridad social. Y dentro de esta última el derecho al salario adecuado, a la protección contra el desempleo y el derecho a la educación.
En resumen, este documento se ha elaborado considerando una visión del mundo del Siglo XXI, la progresiva aceptación mundial de la Responsabilidad Social Compartida, la facilidad para acceder al conocimiento tecnológico y el convencimiento que para alcanzar desarrollo necesitamos una gran infraestructura de transportes.
III. EL PERÚ DEL 2010
La sabiduría convencional nos dice que el Perú es un país pobre y que, obviamente, la gran mayoría de peruanos son pobres o extremadamente pobres. Esto es axiomáticamente cierto desde que nació el Perú.
Existen muchas teorías que tratan de explicar la pobreza en nuestro país y en muchas de ellas se atribuye esta condición a la injusta distribución del ingreso y de la riqueza. Ocurre que luego de varios cientos de años, el corazón y la mente de gobernantes políticos y empresarios se han endurecido, tanto es así que, al parecer, para ellos el problema no existe. Esto no es exageración, la negligencia de las autoridades frente al problema de los sueldos y salarios es preocupante. Políticos y empresarios no han sido ni son capaces de iniciar un proceso de reivindicación de salarios que permita alcanzar un mayor poder adquisitivo de la población y una expansión del mercado interno.
Esta deficiencia estructural se hace más evidente ahora que se proclaman los éxitos peruanos en materia de crecimiento económico. La apertura de nuestra economía a los mercados internacionales ha permitido el fuerte aumento de las exportaciones peruanas con el consiguiente incremento del Producto Bruto Interno. Sin embargo, los beneficios de la inversión y el crecimiento sólo han servido para aumentar la riqueza de los pocos de siempre. Mientras los salarios peruanos no se sinceren, las autoridades continuarán con sus declaraciones demagógicas respecto a la reducción de la pobreza y el Perú seguirá soportando a los peores gobernantes en materia de derechos laborales del continente.
Está comprobado que en la distribución del ingreso nacional, las remuneraciones de los trabajadores han perdido peso frente a la cada vez más importante participación de las utilidades. Según cifras del INEI, mientras que en el año 1991 las remuneraciones constituían el 30.1% de los ingresos nacionales, las utilidades representaban el 52.1%, y en el año 2009 las remuneraciones sólo significaban el 22% y la participación de las utilidades había subido al 62.8%.
Pero en la economía, todos sus elementos son interdependientes, lo que nos ayuda a obtener deducciones sumamente interesantes. En los hechos, las exportaciones que han sido priorizadas en el modelo económico vigente, tienen en el cholo barato a una de sus principales ventajas comparativas. Es en este punto donde JUSTE discrepa con las políticas económicas aplicadas en el Perú desde 1990. Ocurre que, si bien estamos de acuerdo con la apertura de la economía hacia el exterior y, por lo tanto, apoyamos decididamente la celebración de tratados de libre comercio en el marco de un mundo globalizado, creemos en la necesidad de aumentar el valor agregado de nuestras exportaciones y realizar todos los esfuerzos necesarios para expandir y fortalecer el mercado interno.
El crecimiento económico ligado solamente a las exportaciones de productos primarios, es un crecimiento precario. Por lo tanto para consolidar la expansión productiva peruana y hacerla menos vulnerable, se requiere aumentar considerablemente la demanda interna y fomentar las exportaciones no tradicionales.
En resumen, creemos que nuestras empresas deben crecer sostenidamente, tanto en el mercado externo como en el interno, pero que ese crecimiento no debe tener como punto de partida al cholo barato. Afortunadamente, con el inicio de la segunda década del siglo XXI, el mundo empresarial en el ámbito internacional y en el ámbito nacional peruano, empieza a reflexionar sobre el papel que le corresponde al inversionista privado para combatir las desigualdades sociales y la pobreza en el mundo.
En ese contexto, en el de la responsabilidad social compartida, tenemos la absoluta seguridad de que podremos negociar exitosamente los nuevos contratos de inversión con el capital nacional y extranjero, de manera que los beneficios se distribuyan equitativamente entre el Estado, la empresa inversionista y los trabajadores peruanos. En JUSTE tenemos la determinación suficiente para esforzarnos todo el tiempo en conseguir la igualdad y la fraternidad de todos los peruanos.
La pobreza va acompañada con serias deficiencias, que se potencian entre sí, en materia de salud, educación y alimentación. La forma correcta de superarlas es mediante la creación de empleos suficientes con salarios decorosos. Esta tarea se facilita en la medida que se apoye la probada laboriosidad y espíritu empresarial de los trabajadores peruanos. Eso es precisamente lo que hará JUSTE, sobre todo en el campo de las micro y pequeñas empresas.
La gran limitación para que emerjan las potencialidades empresariales de todas las regiones del Perú, es nuestra deficiente infraestructura de transportes. La extensión del territorio nacional, 1285,216 km2, plantea la necesidad de reducir lo que ahora son distancias prácticamente infranqueables entre puntos de producción y de consumo. La vastedad geográfica nos ha llenado de pequeños centros poblados y pequeñas zonas agrícolas desconectadas entre si y, al mismo tiempo, ha dificultado la presencia del Estado a lo largo y ancho del país. El Estado, fuera de Lima, sólo llega con alguna fuerza a las capitales de departamento. Por estas razones, sólo nos queda aceptar que somos un país desarticulado.
Para integrarnos con éxito al mundo globalizado, estamos obligados a integrarnos internamente. Para ello se necesita reducir las distancias mediante una adecuada infraestructura de transportes que permita por fin a todos los peruanos, en todos los lugares del país, igualdad de oportunidades. En esta tarea no podemos quedarnos en propuestas timoratas y por lo mismo intrascendentes.
En pleno siglo XXI y con los extraordinarios logros a los que han llegado la tecnología y la ingeniería, es tiempo que en el Perú nos preocupemos por ocupar nuestro espacio, con la construcción de una Gran Red Ferroviaria, con vías longitudinales y transversales a través de nuestro territorio, y con la instalación de un eficiente servicio aéreo.
Es sorprendente que nuestros políticos no hayan examinado al Perú desde la óptica de la economía espacial. Probablemente ello se deba al criterio cortoplacista y reacio a los cambios estructurales de nuestra clase dirigente. A menudo se escucha y lee que nuestros políticos actúan de acuerdo a cálculos electorales y a efectos de aprobación popular inmediata. Por lo menos en los últimos veinte años, hemos podido percibir que nuestros gobernantes han actuado sin una visión del Perú en el largo plazo, lo que ha permitido suscribir contratos como el de Camisea, que no han previsto las necesidades energéticas que sustenten la producción para el desarrollo interno en los próximos años.
Recientemente, voces sensatas de los organismos internacionales, han advertido sobre la necesidad de adoptar políticas de largo plazo y de considerar que la demanda mundial de materias primas puede presentar tropiezos suficientemente fuertes como para afectar seriamente a los países que no apostaron por el fortalecimiento de su mercado interno. Eso es lo que debemos hacer en el Perú.
IV. OBJETIVOS DEL PLAN DE GOBIERNO
1. Convertir el crecimiento económico en crecimiento social.
2. Combatir la pobreza y extrema pobreza, mediante la expansión del mercado interno.
3. Elevar el poder adquisitivo de la población.
4. Promover la Responsabilidad Social del empresariado.
5. Fortalecer el sector empresarial, promocionando y capacitando a las micro y pequeñas empresas.
6. Buscar la integración nacional, reduciendo las distancias geográficas y aumentando la presencia del Estado a lo largo y ancho del territorio nacional.
7. Fortalecer la seguridad ciudadana y prevenir los conflictos sociales.
8. Priorizar la educación y la innovación tecnológica.
9. Preservar el medio ambiente y preparar al país para enfrentar siniestros ecológicos.
10. Visualizar al país con criterios de largo plazo.
A continuación el Plan de Gobierno completo:
Fuente: INFOgob.com.pe y Juste2011.org
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