El futuro de nuestro amado Perú está en juego, y hoy más que nunca, debemos efectuar un voto a conciencia muy bien pensado, por el candidato que mejor represente los valores de honestidad, sinceridad, excelencia, justicia, amor por la vida y la libertad que nuestro país necesita, merece y exige, valores que rechazen la mentira, la corrupción, la hipocrecía, la mediocridad, la violencia y el radicalismo que destruyen cualquier sociedad moderna.
Pensemos en el futuro de nuestros hijos y futuras generaciones y meditemos si el domingo con nuestro voto, les heredaramos un Perú Optimista, Positivo y Ganador o simplemente un Perú sin futuro, que retroceda en lugar de avanzar.
El Perú tiene una gran oportunidad de continuar creciendo y avanzando, con mayor inclusión, unión y distribución de la riqueza, pero siempre creciendo y avanzando, la decisión está en nuestras manos. Votemos sin dejarnos influenciar por intereses personales de candidatos, por intereses externos y por intereses de gente que no ama al Perú y que sólo pregona violencia y desunión entre peruanos.
Votemos por un Perú de Ganadores.
Hoy leimos un interesante artículo en un diario peruano, que a continuación compartimos con ustedes, a pocas horas de la elección presidencial más importante de los últimos años.
Vicente Santuc, S.J., Amor por el Perú
Por: Beatriz Boza Abogada
Este domingo decidiremos el futuro de nuestro país. Y lo hacemos en una coyuntura inédita de pareja fragmentación entre cinco aspirantes a la presidencia. Es que vivimos en un mundo complejo lleno de incertidumbres que requiere, cada vez más, de liderazgo.
¿Pero qué tipo de liderazgo requiere el Perú hoy? ¿Cuáles son las cualidades morales de un líder político? ¿Cómo reconocerlo?
Más allá de la retórica que facilita el entendimiento, de propuestas fundamentadas que permiten un voto informado, de un equipo con experiencia que nos garantice resultados, más allá de alianzas, gestos, spots y carisma, un líder debe tener, como nos enseñó Vicente Santuc, S.J., un gran amor por la vida y gran confianza en sí mismo.
“Que esté contento y seguro en su vida, para no necesitar ‘verificar que existe’ mediante la acumulación de más bienes ni mediante más poder sobre los demás. Que de ninguna manera mendigue reconocimiento sino que su liderazgo se asiente sobre el ejemplo, con una aptitud para movilizar en los demás la capacidad de superación, confianza y amor por la vida. El líder necesita coraje para no prometer una felicidad colectiva imposible”.
Amor por la vida en un mundo complejo, incierto, que demanda una actitud dialogante y reflexiva para buscar caminos de razón y verdad, que rechacen la mentira, la corrupción y la miseria entre nosotros.
Vicente proponía para el líder político un compromiso mínimo: jurar nunca usar su poder, sus conocimientos ni los recursos del Estado para generar violencia, miseria, ignorancia, desigualdad o para intereses particulares, sino siempre usar toda su energía para la vida, para garantizar igualdad de oportunidades para todos los peruanos y elevar a las personas en dignidad y libertad.
Siempre alegre, atento a los demás, reflexivo y perspicaz. Como miembro del jurado del Premio a las Buenas Prácticas en Gestión Pública no se le pasaba una, sabía cómo influir, oyendo, preguntando, esclareciendo, jamás imponiendo. Entretenido, culto, de conversación amena y a la vez profunda. Recuerdo nuestras gratas tertulias con Saúl Peña y Pancho Guerra García. Vicente abordaba los temas tratando de entenderlos desde la persona, humanizando los problemas –que es la mejor manera para comprenderlos– y así aproximarse a resolverlos. Como buen filósofo y humanista, nos planteó hace poco la necesidad de reflexionar acerca del impacto y significado de la labor de Ciudadanos al Día y escribir al respecto.
Es que Vicente era un convencido del poder de la reflexión académica para formar personas libres y transformar nuestra sociedad. Vicente amaba al Perú. Ya no está entre nosotros, pero sus enseñanzas acompañan nuestro aporte al país.
Fuente del Artículo: Diario El Comercio.